martes, 18 de diciembre de 2007

INVERNADEROS DE EXHIBICIÓN , Jardin botánico

Frente al invernadero tropical se encuentran, formando un conjunto armónico, los cuatro pequeños invernaderos de hierro y vidrio construidos a finales del siglo XIX. Los cuatro presentan características semejantes, se encuentran parcialmente enterrados, tienen doble vertiente acristalada y arco apuntado.

Durante años sirvieron como estufas de propagación, en ellos se realizaban las siembras y estaquillados para producir plantas que luego se trasladaban a las colecciones del Jardín. La restauración de 1990 sirvió para recuperarlos, ya que estaban totalmente inservibles, dotarlos de modernos sistemas de calefacción, humectación, riego y sombreado, y acondicionarlos para el acceso del público.

En cada uno de ellos se instaló una colección de plantas, singular, atractiva y exótica (helechos, orquídeas, bromeliáceas y plantas insectívoras), que no podía mantenerse al aire libre.

Plantas insectívoras:
El invernadero se mantiene a una temperatura que oscila entre los 10 y 25 ºC, con una humedad relativa del 75-90% y un sombreado del 50%.Las plantas insectívoras, también llamadas carnívoras, viven en hábitats muy pobres en nutrientes. Para poder sobrevivir han desarrollado sistemas de captura y digestión de pequeños animales de los que extraen los minerales, especialmente nitrógeno, que no encuentran en el suelo.
Las presas son, la mayoría de las veces, insectos (mosquitos, hormigas, moscas, avispas, etc.), pero otros invertebrados, e incluso pequeños vertebrados, pueden caer también en sus trampas. Las plantas más pequeñas (Utricularia) atrapan microorganismos, mientras que las más grandes (Sarracenia y Nepenthes) pueden capturar pequeños anfíbios, aves o mamíferos. En la actualidad se conocen más de 500 especies distintas, que se agrupan en 7 familias, todas ellas dicotiledóneas, que se distribuyen por todo el mundo.
En el invernadero se reproduce una turbera artificial, uno de los ambientes naturales propio de las plantas insectívoras, en la que se muestra una representación de los grupos más importantes cada uno con su característica forma de captura.Las grasillas (Pinguicula) o rosolis (Drosera) tienen sobre las hojas glándulas mucilaginosas que producen sustancias pegajosas y aromáticas, los insectos son atraídos por ellas, quedan pegados y son digeridos.
Las sarracenias (Sarracenia) y nepentes (Nepenthes) desarrollan hojas con forma de urna, en cuyo interior las plantas vierten líquidos que atraen a los animales hasta la trampa, una vez dentro no pueden salir, mueren ahogados y son asimilados. Las atrapamoscas (Dionaea muscipula) son muy espectaculares porque pliegan rápidamente sus hojas atrapando a los insectos posados sobre ellas.
En la península Ibérica también viven plantas insectívoras como los rosolis, que habitan en turberas y brezales, principalmente del norte peninsular, las grasillas, propias de roquedos calizos rezumantes o prados encharcados de montaña, las utricularias, plantas de aguas limpias y tranquilas donde viven parcialmente sumergidas, y Drosophyllum lusitanicum, de lugares secos del SO peninsular, con suelos descarnados muy pobres en nutrientes.


Helechos:

Este invernadero se mantiene a una temperatura que oscila entre los 10 y 25 ºC, con una humedad relativa del 85-95% y un sombreado del 70%.Los helechos son las primeras plantas vasculares que colonizaron el medio terrestre.
Aparecieron en el Devónico, hace aproximadamente 400 millones de años, y llegaron a cubrir extensas áreas formando bosques de especies arborescentes. Más tarde, el clima cada vez más árido provocó su declive y les obligó a refugiarse en los lugares más umbríos y húmedos de la tierra. En la actualidad hay unas 11.000 especies distribuidas por todo el mundo, aunque es en los bosques tropicales donde presentan mayor diversidad.
Los helechos, a diferencia de algas y musgos, tienen un sistema de haces conductores que distribuye por toda la planta los líquidos, minerales y nutrientes que necesitan para vivir, de este modo pudieron separarse del medio acuático e iniciar la colonización de la tierra.
Poseen raíces, tallo, aéreo o subterráneo, y hojas (frondes), que durante su desarrollo se presentan enrolladas en forma de báculo, y cubiertas de fina epidermis, que difícilmente la protege contra desecación en condiciones de sequedad o insolación elevadas.La reproducción de los helechos, como la de las algas y los musgos, está totalmente ligada al medio acuático y sigue un ciclo en el que alternan dos generaciones independientes.
Las esporas se desarrollan en los esporangios formados en el envés de las hojas.El invernadero está ambientado como un sotobosque umbrío reproduciendo el ambiente natural de muchos helechos. En él conviven diversas especies exóticas terrestres (Cyrtomiun falcatum, Nephrolepis bostoniensis), plantadas entre ellas se encuentran algunas selaginelas (Selaginella) grupo de plantas muy relacionado con los helechos, con hojas pequeñas y ramificación dicotómica, muy parecidas también a los musgos.
Hay helechos arborescentes (Dicksonia antarctica, Blechnum brasiliense o Asplenium nidus), flotantes (Azolla filiculoides y Salvinia natans) y epífitos (Davallia canariensis, Platycerium bifurcatum). Hay también una pequeña representación de los helechos autóctonos del territorio valenciano con Pteris vittata, Polypodium australe, Asplenium onopteris, Adiantum capillus-veneris, etc.

Orquídeas:
Este invernadero se mantiene a una temperatura que oscila entre 15 y 25 ºC, con un sombreado del 65% y una humedad relativa del 65-80%.Las orquídeas son, sin duda, el grupo de plantas que más ha llamado la atención del hombre. Quizá por su exotismo, quizá por su nivel de evolución, quizá por sus adaptaciones a muy diversos ambiente o por las modificaciones que presentan sus flores para atraer a los polinizadores, también el hombre ha resultado atraído por ellas.
Forman una familia natural, la mayor del reino vegetal, en la que se agrupan unas 25.000 especies. Se distribuyen por todo el mundo, aunque en los ambientes tropicales-húmedos es donde alcanzan la mayor diversidad. Allí, en su lucha por la luz, muchas especies de orquídeas se han convertido en plantas epífitas, esto es, que viven separadas del suelo, sobre otras plantas de gran tamaño sin causarles ningún daño y sólo para poder acercarse a la luz.
Las orquídeas epífitas desarrollan en muchos casos unas largas y gruesas raíces aéreas esponjosas que les sirven para fijarse al soporte y para tomar del aire el agua y los nutrientes contenidos en él. Al no estar arraigadas en el suelo, la disponibilidad de agua es escasa, por lo que desarrollan caracteres xeromórficos, tienen gruesas hojas capaces de almacenar agua, cubiertas de gruesas epidermis y cutículas muy desarrolladas. Son capaces de aprovechar al máximo la luz difusa y, con frecuencia, toda la planta es verde, incluso las raíces. Existen también algunas especies saprófitas y parásitas.
En las zonas templadas y frías las orquídeas viven arraigadas en el suelo y desarrollan gruesos rizomas o tubérculos subterráneos. En estos casos las plantas pierden su parte aérea durante la estación fría o seca, después de haber florecido y acumulado reservas durante el período favorable.Su polinización está muy especializada y se ha desarrollado una estrecha relación entre los animales polinizadores y las plantas.
Hay casos en los que una determinada especie animal poliniza, en exclusiva, a una determinada especie de orquídea, por lo que la desaparición del polinizador provoca la extinción de la planta. Para alcanzar este nivel de efectividad, las orquídeas han desarrollado flores muy especializadas, atractivas y variadas, más espectaculares en las especies tropicales, pero también muy curiosas en las de zonas templadas.
En el invernadero se cultivan diversas especies de orquídeas tropicales, en su mayoría epífitas, aunque el espacio disponible obliga a disponer las plantas con las raíces enterradas, para lo que se utiliza un sustrato muy ligero y de fácil drenaje. La mayoría son híbridos o cultivares artificiales, seleccionados para conseguir plantas con flores más grandes y vistosas que las especies naturales.
Entre los géneros cultivados hay algunos muy atractivos y de gran interés ornamental como Cattleya, Vanda, Phalaenopis, Cymbidium y Dendrobium. También hay ejemplos de orquídeas tropicales terrestres como los Paphiopedilum.

La floración de las orquídeas se concentra entre los meses de octubre y abril, cuando la luz y la temperatura no son demasiado elevadas. Durante este tiempo puede verse el invernadero en todo su esplendor con los colores, las formas y los aromas de las flores expuestos a los sorprendidos ojos del visitante.

Bromeliáceas:

El invernadero se mantiene a una temperatura que oscila entre los 10 y 25 ºC, con un sombreado del 50% y una humedad relativa entre el 45 y el 55%.Las bromeliáceas forman una familia que agrupa unas 2.000 especies, naturales de la zona tropical cálido-templada del centro y sur del continente americano, donde ocupan hábitats muy variados desde las pluvisilvas o los desiertos. Sólo una especie (Pitcairnia feliciana) vive en el oeste de África.
Son plantas herbáceas de aspecto muy variable, muchas de ellas epífitas y adaptadas a la aridez, con una roseta basal de hojas rígidas, espinosas, de gruesas cutículas, brillantes o glaucas, para reflejar el sol y disminuir la transpiración, con frecuencia imbricadas, formando una cavidad central donde retienen el agua de lluvia. Desde el centro de la roseta surge una inflorescencia muy llamativa, muchas veces rodeada de brácteas de vivos colores, que atraen a los polinizadores a los que recompensan con abundante néctar.
La piña tropical (Ananas comosus) es la bromeliácea más conocida y de mayor interés económico. Desarrolla una gruesa infructescencia carnosa comestible, la piña tropical, cuyo consumo está ampliamente difundido en todo el mundo y es una magnífica fuente de vitaminas A y B. Otras bromeliáceas son cultivados por el carácter ornamental de sus hojas y sus llamativas inflorescencias, y diariamente se encuentran nuevas variedades artificiales cada vez más vistosas.
En el invernadero se pueden ver las características bromeliáceas epífitas, las más comerciales, representadas por los géneros Aechmea, Bromelia, Vriesea y Nidularium, con la típica roseta de hojas imbricadas, que forma un cuenco donde se recoge el agua y del que emerge la inflorescencia vivamente coloreada. También, sobre un tronco caído, hay algunas especies del género Tillandsia, sin raíces y con los tallos y las hojas reducidos al máximo y cubiertos por unos pelos escamosos, plateados con los que absorben los nutrientes y el agua del aire.
Llama la atención el musgo español (Tillandsia usneoides), una de las especies más conocida, que vive colgando de los árboles, en las zonas pantanosas de Virginia, y de los cactus, en los desiertos de Perú y Chile. Por último, dos ejemplos de bromeliáceas terrícolas naturales, de los desiertos centroamericanos, son la Puya berteroniana y Dyckia brevifolia, ambas con hojas gruesas, duras y espinosas, y con grandes inflorescencias especializadas en la polinización por aves, a las que ofrecen néctar en el fondo de sus largas flores.

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