La agricultura y la ganadería tradicionales han contribuido a modelar un paisaje rico y sugerente: la huella de la labor humana se alterna con carrascales y pinares.
Para disfrutar de sus panorámicas son excelentes miradores el Tossal de la Nevera (Catí, 1.281 m); la Mola d'Ares (Ares del Maestre, 1.318 m) o la ermita de Sant Cristòfol (Benasal). Para el descanso, visite los balnearios de la Font de l'Avellà o de la Font d'En Segures.
Los rincones más solitarios los esconde el profundo cañón del río Montlleó, accesible desde Culla o Vilafranca. En invierno no será raro que la nieve acentúe el contraste propio de este singular paisaje mediterráneo de montaña que debe degustarse de manera pausada.
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