martes, 18 de diciembre de 2007

Dulces con reminiscencias árabes


En la Comunidad Valenciana hay quesos artesanos -cassoleta, de servilleta, Tronchon, Burriana, Puzol, Cervera- de poderosas características sápidas, y unos dulces singulares cuya elaboración en muchos casos está vinculada a las efemérides religiosas del calendario.
Masas de harina dulces, que rayan en la frontera entre la panadería y la pastelería y que alcanzan el cenit durante finales del invierno y la eclosión de la primavera con las típicas y variadísimas "monas de Pascua".
A las pastes y pastissos, coques y coquetes dulces de cualquier momento del año, es necesario añadir un dulce emblemático como el arnadí elaborado con boniato o calabaza; natillas; buñueloss de fallas; pastis de gloria del sábado de Semana Santa; leche merengada; horchata de chufas; flaons de requesón; rotlles (roscos) de anís; empanadillas de calabaza, carquiñolis de avellana; orelletes (dulces de sartén) y un inacababale etcétera.
Un repertorio goloso espectacular, que culminan los dulces estrella de la gastronomía española, los turrones de Xixona y Alicante, basados en la calidad y abundancia de la almendra y la miel que se produce en distintas comarcas.
Turrones blandos y duros, de rosas y de nieve, además de mazapanes, panellets y huesos de santo. Relación a la que hay que añadir los helados y cremas frías, de elaboración artesanal, que cuentan con una sólida tradición en la Marina Baixa y que tienen en Ibi y Xixona sus capitales indiscutibles. Capítulo al que hay que incorporar los refrescos y granizados -leche merengada, agua de cebada, café granizado- que en La Vila Joiosa gozan de enorme arraigo

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