lunes, 17 de diciembre de 2007

ESCUELA BOTÁNICA, Jardin botanico

Hubo un tiempo en el que los jardines botánicos fueron sencillos y recogidos huertos de simples, donde los catedráticos de Herbes enseñaban las propiedades medicinales de las plantas. Durante siglos en aquellos primitivos jardines botánicos sólo se cultivaron plantas útiles para sanar enfermedades.

Al final del siglo XVIII la botánica cobró fuerza como asignatura independiente, dejó, entonces, de preocuparse por las propiedades de las plantas y se interesó por su clasificación. Los jardines botánicos se reorientaron, las plantas medicinales pasaron a un segundo plano y su lugar principal lo ocupó una nueva colección, la Escuela Botánica, en la que se mostraba la diversidad del mundo vegetal cuidadosamente ordenada


La Escuela Botánica se convirtió así en una prolongación del aula que se repite en todos los jardines universitarios de Europa. En ella se disponen las plantas según un criterio de parentesco y antigüedad, desde las primitivas a las más evolucionadas. Allí se pueden completar las lecciones teóricas de morfología, organografía, biogeografía, sistemática y evolución.

Desde el traslado, a principios del siglo XIX, del Jardín Botánico de la Universidad de Valencia al Huerto de Tramoyeres se puso especial interés y cuidado en el desarrollo de la Escuela Botánica. Ésta ocupó todo el espacio disponible, la mitad sur del jardín actual, y se distribuyó en 16 cuadros de plantación, separados por amplios pasillos y regados por las acequias árabes del primitivo huerto, creando un trazado simétrico que responde a los gustos clásicos de finales del siglo XVIII.

Son elementos fundamentales las cuatro acequias de riego que la recorren de sur a norte y que se mantuvieron funcionales para el riego a manta, característico de la huerta valenciana, hasta la restauración de 1990. Actualmente son sólo un elemento decorativo que recuerda los orígenes del Jardín.


Desde entonces la Escuela ha ocupado el mismo sitio y apenas ha cambiado su estructura. Sólo la disposición de las plantas se ha visto alterada, como consecuencia de su adecuación los cambios producidos a lo largo de 200 años en los criterios de ordenación de los vegetales. El método sexual de Linneo, con sus 24 clases, sirvió de modelo para el planteamiento que hizo de ella Vicente Alfonso Lorente hacia 1805. Así se mantuvo durante unos años, pero bajo la dirección de José Pizcueta la Escuela se modernizó y adoptó el sistema natural de Endlicher.
Para ello, Pizcueta estuvo asesorado por el botánico francés Felix Robillard formado en el Jardin des Plantes de París. Esa disposición, actualmente muy desfasada, se mantuvo en la Escuela Botánica hasta la restauración de 1990, cuando se adoptó un criterio sistemático más actual, el propuesto por Stebbins en su Flowering Plants. Sin embargo, la aplicación del nuevo criterio no fue total ya que fue imposible trasladar las grandes palmeras y el bambú gigante de los primeros cuadros, que han seguido dedicados a las monocotiledóneas (que en una ordenación más estricta deberían aparecer al final).
Tampoco las coníferas y las cicadáceas, que ocupaban el cuadro 3, entre las monocotiledóneas y las dicotiledóneas, pudieron reubicarse y quedaron allí, marcando el cuadro dedicado a las gimnospermas, que debería estar situado al principio de la Escuela.

Los pasillos principales están dedicados a cinco ilustres botánicos valencianos, de distintas épocas y trayectorias científicas, al principio de cada pasillo se pueden encontrar sus nombres: Joan Plaça, Antonio José Cavanilles, Simón de Rojas Clemente, José Pizcueta y José Borja. El repertorio se completa con Carlos Pau, que da nombre a la glorieta situada en el centro del Jardín.
El trazado interno de los cuadros es reciente, está inspirado en el de la Escuela Botánica del Real Jardín Botánico de Madrid y se realizó durante la última restauración para conseguir una mayor superficie transitable, permitir el acceso al interior de los cuadros y acercar a los visitantes a las plantas cultivadas. A lo largo de toda la Escuela y enmarcando los cuadros se encuentran diversos árboles de grandes proporciones que constituyen un auténtico arboreto cuya disposición no sigue ningún criterio sistemático.
Su presencia en la Escuela se debe a las necesidades de sombra que tenía el Jardín en sus orígenes. Con el tiempo los árboles han alcanzado las proporciones que hoy podemos ver, proyectando una densa sombra sobre toda la Escuela. La falta de luz en el suelo impide el crecimiento de muchas plantas y provoca el aspecto vacío de algunos cuadros.

A lo largo de sus 16 cuadros se puede observar la diversidad actual de las plantas después de vivir más de 300 millones de años sobre la superficie terrestre. En este tiempo los procesos de extinción y formación de especies han sido muy intensos y actualmente sobre la Tierra hay más de 250.000 especies distintas, que aún siguen en constante evolución y de las que en la Escuela Botánica del Jardín se muestra una variada representación.
El recorrido ordenado permite observar la evolución de los vegetales y ver los cambios de las estructuras florales, la reducción del tamaño de las flores y la aparición de las inflorescencias, el paso de la polinización por el viento (anemogamia) al uso de los insectos como transportadores del polen (entomogamia), la reducción de la estructura vegetativa y el tránsito de los grandes árboles a las hierbas.
En este espacio están representadas las principales familias de gimnospermas y angiospermas, las plantas con semillas. Las primeras son las más primitivas, no tienen flores verdaderas, son polinizadas principalmente por el viento y no desarrollan frutos, las semillas maduras quedan desnudas, los grupos más conocidos son las coníferas y las cicadáceas.
Por su parte, las angiospermas derivaron de aquellas y presentan caracteres más evolucionados, forman flores verdaderas, la polinización es principalmente guiada por animales y desarrollan frutos verdaderos que envuelven a las semillas maduras, la mayor parte de las plantas terrestres forman parte de este grupo, desde las magnolias hasta las orquídeas.

Repartidos por la Escuela Botánica hay diversos carteles que informan sobre el origen, las características y utilidades de las principales familias.Los dos primeros cuadros están dedicados a las monocotiledóneas, que en el sentido de Stebbins, hoy algo desfasado, formaría el grupo más evolucionado de plantas.
Se caracterizan por la sencillez de sus estructuras, la mayoría tienen tallos herbáceos, sólo algunas alcanzan porte arbóreo, no tienen crecimiento en grosor y los tallos no se ramifican, por lo que presentan una forma cilíndrica, las raíces son fasciculadas, las hojas tienen nerviación paralela, las flores tres piezas en cada verticilo, muchas veces con una sola envuelta en el perianto, y la semilla desarrolla un sólo cotiledón.
Se reconocen unas 52.500 especies agrupadas en unas 47 familias.A las gimnospermas se dedica el cuadro 3. Son plantas de gran porte, con caracteres muy primitivos, los escasos representantes actuales son muestra de un grupo mucho más amplio que tuvo su época de mayor esplendor durante el Mesozoico, hace entre 300 y 200 millones de años.
Actualmente sólo quedan una 600 especies, agrupadas en unas 15 familias.Las dicotiledóneas se distribuyen ordenadamente desde el cuadro 4 al 16. Son, sin duda, el grupo de plantas más diverso que vive actualmente en la Tierra, se conocen unas 198.000 especies agrupadas en unas 250 familias. Se caracterizan por tener la raíz pivotante, el tallo herbáceo o leñoso y, en este caso, con crecimiento en grosor, muy ramificado, las hojas con nerviación reticulada, las flores con verticilos de 4 ó 5 piezas y las semillas con dos cotiledones.








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