martes, 18 de diciembre de 2007

PLANTAS ÚTILES, Jardin botánico

MEDICINALE:


El uso de las plantas para aliviar dolores y sanar enfermedades es tan antiguo como el hombre. Al principio era totalmente intuitivo, pero los conocimientos fueron acumulándose y transmitiéndose de forma oral entre los hechiceros y brujos, quienes diagnosticaban las enfermedades y suministraban los remedios elaborados a partir de las plantas que ellos mismos habían recolectado.
Los primeros textos que hablan del uso de las plantas medicinales tienen una antigüedad de 3.000 ó 4.000 años. En ellos se hace referencia a las virtudes de plantas y a su uso en la antigua Mesopotamia, China y Egipto. En Europa, es a partir de la Edad Media y sobre todo del Renacimiento cuando empiezan a difundirse los conocimientos sobre el papel terapéutico de las plantas.
Aparecen diversas publicaciones a lo largo del siglo XVI y se crean cátedras de Herbes en las Facultades de Medicina. Para permitir la explicación de las clases prácticas en los estudios sobre plantas medicinales se crearon los primeros huertos y jardines de simples, el primero de los cuales fue el de Pisa, fundado en 1543.
La Universidad de Valencia creó la cátedra de Herbes en 1567 que fue ocupada por Joan Plaça, a quién se encargó la instalación de un huerto de plantas medicinales, antecesor del actual Jardín Botánico.

Las plantas medicinales no son en la actualidad el elemento fundamental del Jardín Botánico, pero en él se ha reservado una zona para su cultivo y exhibición, en el extremo norte, a la izquierda del umbráculo.
El cuadro de plantación está tratado como el patio de los conventos medievales, lugares en los que a lo largo de toda la Edad Media hubo huertos de simples y donde se conservó y aumentó el conocimiento sobre las propiedades de las plantas. Esta ambientación quiere situar al visitante en el ambiente de tranquilidad, recogimiento y misterios que rodeaba en aquella época al uso las plantas medicinales.
En el huerto y en la botica sólo entraban los iniciados. Está separado del resto del Jardín por un seto elevado de durillo (Viburnum tinus) que impide la visión desde el exterior y aísla la colección y a sus visitantes de la actividad del Jardín. Sólo se puede acceder por un punto, salvando una cancela de madera. El cuadro tiene dos ejes principales en forma de cruz, en cuyo centro se sitúa, como en los claustros conventuales, un pozo que sirve como punto de referencia.
Los pasillos están cubiertos con losas de rodeno, entre las cuales crecen plantas tapizantes. Las tablas de plantación tienen un trazado simétrico y en ellas se disponen las plantas en manchas homogéneas agrupadas en función de la tradición de su uso y las condiciones de sol y sombra que requieren para prosperar. En el extremo de los pasillos se han dispuestos unos bancos de piedra caliza que animan al reposo y la meditación.
En la colección de plantas medicinales se presta especial atención a la etnobotánica valenciana, a ella se dedica gran parte de los cuadros de plantación. Hay plantas tranquilizantes como la valeriana roja (Centranthus ruber) o la valeriana común (Valeriana officinalis), otras son desinfectantes, como la salvia (Salvia officinalis), el romero (Rosmarinus officinalis), el tomillo (Thymus vulgaris) o el espliego (Lavandula latifolia), estomacales, como el poleo (Micromeria fruticosa) o la manzanilla borde (Santolina chamaecyparissus).
También se cultivan plantas de gran tradición en la medicina popular de otros territorios. Así podemos encontrar el acanto (Acanthus mollis), sínfito (Symphytum officinale), ricino (Ricinus communis), etc.
Al final, hay dos tablas dedicadas a las plantas venenosas, algunas también usadas en fitoterapia. Allí se encuentran plantas autóctonas de nuestros bosques como la belladona (Atropa belladona), el durillo (Viburnum tinus), adelfa (Nerium oleander), madreselva (Lonicera implexa), helecho común (Pteridium aquilinum) y, entre ellas, la hiedra venenosa (Rhus toxicodendrum), que cubre grandes extensiones en los bosques de Norteamérica.

El hombre ha utilizado desde siempre las plantas para alimentarse, vestirse, condimentar los alimentos, calentarlos y dar calor a su hogar. Con el desarrollo de la agricultura la humanidad aprendió a cultivar y poco a poco fue seleccionado las variedades de las plantas que resultaban más productivas, más resistentes o de ciclo más corto.
En la actualidad, con las modernas tecnologías, ha continuado la domesticación y la mejora de los aspectos útiles las plantas.De las casi 250.000 especies de plantas superiores que viven sobre la Tierra, sólo son usadas por el hombre algunos cientos y de forma intensiva sólo se cultivan unas decenas.A escala mundial, en la alimentación humana el 88% de las calorías y el 90% de las proteínas proceden directamente de los vegetales. Los cereales son, sin duda, el grupo de plantas de mayor importancia en la alimentación mundial, como suministradores de hidratos de carbono.
Las leguminosas también tienen gran importancia, por su aporte de proteínas a la dieta humana. Tanto los cereales como las legumbres pueden consumirse sin apenas trasformación. Sin embargo, otras plantas precisan de importantes procesos industriales antes de extraer de ellas los productos útiles para el consumo, es el caso de la caña de azúcar (Saccharum officinarum) o la remolacha azucarera (Beta vulgaris var. rapa), y de las especies oleaginosas, girasol (Helianthus annuus), cacahuete (Arachis hypogaea), soja (Glycine max) y olivo (Olea europaea).El lino (Linum usitatissimum) o el algodón (Gossypium herbaceum) se cultivan para extraer fibras vegetales que se utilizan en los tejidos, y la pita (Agave americana) o el cáñamo (Cannabis sativa) para hacer hilos y cuerdas.
A partir del extracto de algunas plantas se fabrican bebidas refrescantes, la horchata, de la chufa (Cyperus esculentus) y el mosto de la uva (Vitis vinifera), o alcohólicas, el vino de la uva y la cerveza de la cebada (Hordeum vulgare). Hay plantas tintóreas, aromáticas, bioenergéticas, estimulantes y, en general, gran parte de las necesidades del hombre pueden ser satisfechas con productos vegetales.En el Jardín Botánico a lo largo del siglo XIX se hicieron ensayos de aclimatación de plantas, al tiempo que se impartían las clases de la cátedra de Agricultura, y para ello se crearon colecciones de plantas útiles.
El jardín del siglo XXI también tiene su lugar para las plantas de mayor importancia en la economía mundial y necesarias para la subsistencia del hombre. Está situado entre la unidad didáctica y el invernadero tropical y tiene un diseño sencillo, con diez tablas de cultivo de forma rectangular. En cada una de ellas se cultiva una especie de interés y los cultivos se van sucediendo a lo largo de las estaciones.
Por ello la colección es cambiante, pero siempre se podrá encontrar en ella cereales, cebada, trigo (Triticum aestivum), centeno (Secale cereale), maíz (Zea mays), avena (Avena sativa); leguminosas, garbanzos (Cicer arietinum), lentejas (Lens esculenta); u oleaginosas, soja, girasol, cacahuete, junto con otros cultivos de menor importancia como los de plantas textiles, algodón o lino, el tabaco (Nicotiana tabacum), la chufa, la caña de azúcar o la remolacha azucarera. El visitante habitual podrá seguir el desarrollo del ciclo de crecimiento de cada uno de estos cultivos y ver la cosecha final, cuya recolección se hace de manera tradicional.

FRUTALES:
La colección de árboles frutales dedica una especial atención a los que tradicionalmente se han cultivado en Valencia, tanto en las tierras de huerta, como en las del interior y cuya presencia resultará familiar a muchos visitantes.
La mayoría de son de la familia de las rosáceas, entre los cuales están los frutos carnosos de la manzana (Malus domestica), pera (Pyrus communis), melocotón (Prunus persica), ciruela (Prunus insititia), y los secos de las diversas variedades de almendra (Prunus dulcis). Son árboles típicamente de secano, aunque en algunas épocas también fueron cultivados en las huertas.Junto a ellos se muestran otros frutales cultivados en menor escala, junto a masías y alquerías, para completar, con sus sabrosos frutos, la dieta de la población, son los granados (Punica granatum), higueras (Ficus carica) y azofaifos (Ziziphus jujuba).
Algunos, como el madroño (Arbutus unedo), forman parte de los bosques mediterráneos y los frutos eran recolectados en las poblaciones naturales.Los frutales exóticos completan la colección, kiwi (Actinidia chinensis), mango (Mangifera indica), pistacho (Pistacia vera), árbol del tomate (Cyphomandra betacea), guayaba (Psidium guajava), lichi (Litchi chinensis), nashi (Pyrus serotina), etc., cada vez más frecuentes en los mercados, pero poco cultivados en nuestro territorio.

Los cítricos tienen una gran importancia económica y social en el territorio valenciano, por ello no podía faltar entre las colecciones del Jardín Botánico.Los cítricos pertenecen a la familia de las rutáceas. Son arbustos o arbolillos, de hojas siempre verdes, coriáceas y lustrosas, con frutos en baya de piel gruesa y coriácea, de color anaranjado o amarillo, con glándulas de esencias aromáticas y pulpa con largas células llenas de jugo, son los conocidos limones, pomelos, naranjas o mandarinas.
Son originarios del sur de Asia y fueron traídos a los países mediterráneos por las expediciones de Alejandro Magno. Desde entonces su cultivo se fue extendiendo por los territorios cálidos libres de heladas intensas y actualmente se cultivan intensivamente en países de clima suave, especialmente en la región mediterránea, sur de los Estados Unidos de Norteamérica, Brasil, Méjico, África del Sur y Australia.
La selección realizada sobre las especies silvestres ha logrado numerosas variedades de todas ellas, cada una con características propias de calidad y resistencia a las plagas o al ambiente.La colección ocupa una superficie de unos 300 m2 y en ella se han recogido las variedades más importantes de los cítricos cultivados en Valencia, hay naranjos (Citrus sinensis), pomelos (Citrus maxima), mandarinos (Citrus reticulata), limoneros (Citrus limon) y también se han traído algunas especies poco extendidas en nuestro territorio, pero también comestibles y de excelente sabor, como las naranjas de la China o kumquat (Fortunella margarita) que desarrolla un fruto pequeño, ovado que se come una vez maduro sin pelar, uniendo el sabor margo de la corteza al dulce de la pulpa.
De los naranjos, pomelos, mandarinos y limoneros se consumen los frutos jugosos, todos ellos de sabor más o menos agrio y ricos en ácido cítrico y gran cantidad de vitaminas, especialmente C, refrescantes y saludables. Las naranjas amargas (Citrus aurantium), de frutos no comestibles por ser extraordinariamente amargos, son cultivadas como árboles ornamentales, en calles y jardines, y para aprovechar sus flores, corteza y hojas en medicina y perfumería.
Recientemente esta colección se ha visto considerablemente incrementada con la aportación de más de 50 especies y cultivares de distintas rutáceas que formaban parte de la colección que el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) ha desarrollado durante la realización de sus estudios de selección y mejora de cítricos. Estas variedades han sido plantadas en grandes macetas de madera, al estilo de las orangeries francesas, y dispuestas de forma ordenada en la glorieta de Carlos Pau, en el centro del Jardín.

HUERTA:
La huerta valenciana es un amplio territorio que se extiende alrededor de la ciudad de Valencia y está regada por las acequias que nacen del río Turia. Forma un típico y característico paisaje, con campos de cultivo, alquerías y pueblos diseminados.
Sus límites se sitúan por el norte en Puçol, al llegar a los naranjales del Morvedre, por el oeste en los cerros terciarios de Montcada, Paterna y Torrent, por el sur en Catarroja, en los límites de la Albufera, y el mar la limita por el este.Lo más significativo de la huerta es el paisaje que crean sus cultivos, formando un tapiz multicolor, cambiante a lo largo del año, en el que está presente una intensa y eficaz actividad humana. El paisaje se rompe sólo por la presencia de alquerías o barracas diseminadas y por algún chopo (Populus nigra), almez (Celtis australis), olmo (Ulmus minor), morera (Morus alba) o frutal aislado.
El riego, elemento fundamental en la huerta, tiene origen romano, fue modificado y mejorado por los árabes, y se conservó después de la Reconquista. Una compleja red de acequias y canales riega unas 13.000 hectáreas, que toman el agua del río Turia en las acequias reales de Montcada, Tormos, Mestalla y Rascanya, por la margen izquierda; y de Quart, Mislata, Favara y Na Rovella, por la margen derecha.
Hasta el siglo XIX los cultivos de la huerta fueron mucho más variados, había, además de hortalizas, cereales, cáñamo, moreras, higueras, almendros y otros árboles frutales. La crisis de la seda motivó la desaparición de las moreras, los cereales aragoneses y castellanos sustituyeron a los cultivados en la huerta y los frutales de secano se trasladaron al interior, todo el terreno fue ganado para el cultivo de hortalizas. Ocasionalmente se ha cultivado también tabaco, algodón y en algunas zonas chufa o cacahuete.
En la actualidad el crecimiento urbano de Valencia y los pueblos adyacentes ha reducido la extensión de la huerta y convertido los antiguos cultivos en nuevos barrios residenciales.La huerta está cultivada durante todo el año, su superficie está permanentemente cubierta de plantas, generalmente de ciclo corto, que se alternan a lo largo de las estaciones. Así durante el invierno dominan las múltiples variedades de la col (Brassica oleracea) tales como berzas, col lombarda, coles de Bruselas, repollos, brécol, coliflor, etc., las habas (Vicia faba), patatas (Solanum tuberosum), cebollas tempranas (Allium cepa), ajos (Allium sativum) y alcachofas (Cynara scolymus).
En verano la huerta es mucho más variada, hay maíz (Zea mays), tomates (Lycopersicon lycopersicum), berenjenas (Solanum melongena), pimientos (Capsicum annuum), cebollas, lechugas (Lactuca sativa), judias verdes (Phaseolus vulgaris), garrofón (Phaseolus lunatus), guisantes (Pisum sativum), sandías (Citrullus lanatus), melones (Cucumis melo), etc. De este modo, alternando cultivos de ciclo largo y corto, y de estacionalidad más o menos marcada, se consiguen tres cosechas al año.
Para acercar a los ciudadanos, especialmente a los niños, a este ambiente, tan importante en la cultura y economía de Valencia, y a los productos frecuentes en nuestra alimentación, pero desconocidos en el campo, en el Jardín Botánico se mantiene una pequeña huerta donde se cultivan las plantas de forma semejante a como se hace en la huerta de Valencia.
Los cultivos se van alternando según las estaciones y las siembras, plantaciones, abonados o recolección se hacen en el mismo momento y de la misma manera que en la huerta.










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