lunes, 17 de diciembre de 2007

EL HUERTO DE TRAMOYERES, Jardin botanico


A principios de 1802 se encontró un lugar que, por fin, resultó definitivo: el huerto de Tramoyeres, frente al convento de San Sebastián, en las inmediaciones de las Torres de Quart. El rector Vicente Blasco, asesorado por su discípulo y amigo Antonio José Cavanilles, por entonces director del Real Jardín Botánico de Madrid, encargó a Francisco Gil la puesta en funcionamiento del Jardín Botánico y supervisó personalmente el desarrollo de las plantaciones y los trabajos de instalación.
Cavanilles participó activamente en el diseño del nuevo jardín y propuso al rector la construcción de instalaciones semejantes a las que había conocido en el Jardin des plantes de París. Entre 1802 y 1804 se trasladaron al Botánico plantas desde la Alameda y desde el jardín de aclimatación que el arzobispado mantenía en Puzol, se adquirieron libros y materiales y se realizaron diversas obras de acondicionamiento de las instalaciones para poder dar clase. En 1805 el Vicente Alfonso Lorente, que había estudiado medicina en Valencia y se había formado como botánico con Tomás Manuel Vilanova y fray Constantino de Castellote, director del Jardín de Puzol, obtuvo la cátedra perpetua de Botánica y se hizo cargo de la dirección del Jardín Botánico.Lorente concluyó las obras, creó la Escuela Botánica, que fue ordenada según el método sexual de Linneo, y en 1806 leyó el discurso de apertura del nuevo Jardín Botánico de la Universidad de Valencia.
Enseguida empezaron las clases y al año siguiente la colaboración con la Real Sociedad Económica de Amigos del País en los ensayos de cultivo y aclimatación de plantas tintóreas de origen africano como el añil (Indigofera tinctoria) o la goma arábiga (Mimosa nilotica), pero un nuevo contratiempo detuvo el desarrollo del Jardín. A finales de 1811 las tropas napoleónicas lo arrasaron durante el asedio a la ciudad de Valencia.
Lorente fue hecho prisionero y condenado a muerte, de la que se salvó, según cuenta Colmeiro, por la intervención de Léon Dufour, médico y naturalista francés que acompañaba a las tropas napoleónicas. En 1813, tras la retirada del ejército francés, el Jardín quedó en un estado lamentable y en ese mismo año murió Lorente. La Universidad intentó recuperarlo inmediatamente y lo puso en manos de José Paulí que poco pudo hacer para mantenerlo. Cuando el rey Fernando VII lo visitó en 1815, sólo se cultivaban en él hortalizas y legumbres.


El Jardín no inició su recuperación hasta que en 1829 José Pizcueta Donday obtuvo la cátedra de Botánica y fue nombrado director. Pizcueta había sido comisionado por la Universidad para estudiar botánica en el Real Jardín Botánico de Madrid. Allí fueron sus maestros Mariano Lagasca y Demetrio Rodríguez, a su vez discípulos de Cavanilles, y de ellos tomó el interés por la sistemática y los nuevos cultivos.
Bajo su dirección el Jardín alcanzó el mayor esplendor de su historia. Desarrolló una intensa actividad de ordenación e incremento de las colecciones de plantas, y construyó las instalaciones adecuadas para la aclimatación y el cultivo de especies exóticas. Auxiliado por Felix Robillard, formado en el Jardin des Plantes de Paris, modernizó la Escuela Botánica ordenándola según el método natural de Endlicher. Como Lorente, se interesó por las plantas tintóreas y ensayó el cultivo del azafrán bastardo (Carthamus tinctorius).
En 1845, aprovechando la reforma del plan de estudios, el denominado Plan Pidal, y las fuertes aportaciones económicas que supuso, construyó un invernadero de madera de 30 metros de largo y cinco de alto, adosado al muro este del jardín (en el lugar que hoy ocupa el invernadero de la balsa). Fue proyectado por Timoteo Calvo, arquitecto de la Universidad, autor también del proyecto del antiguo edificio de la Universidad en la calle de La Nave.
También construyó, detrás de él, un umbráculo de unos 800 m2, con 44 columnas de madera y cubierta vegetal. En 1856 publicó el primer catálogo de plantas del Jardín, en el que figuran más de 6.000 especies distintas.Pero los invernaderos construidos a finales de los 40 pronto quedaron pequeños, ante el rápido crecimiento de las plantas subtropicales. En 1858 Pizcueta informó a la Universidad de la necesidad de construir una gran estufa tropical y ésta escribió al Ministro de Fomento solicitando una dotación económica especial para este fin.En 1859 Pizcueta fue nombrado rector de la Universidad y desde su nueva situación siguió trabajando por el Jardín, abordando el proyecto de construcción de la estufa que había sido aprobado por el Ministerio.
En esa época ya se habían construido en algunos jardines botánicos europeos estufas de hierro y vidrio, y había empresas especializadas en Francia, Inglaterra y Alemania. Pizcueta pidió presupuestos a algunas de ellas, pero todos resultaron demasiado costosos. Finalmente la Universidad decidió abordar el proyecto contando sólo con empresas, arquitectos y técnicos españoles. El proyecto fue redactado por Sebastián Monleón, arquitecto de la Universidad, la estructura metálica se fabricó en Bilbao y el vidrio en La Coruña. La estructura fue ensamblada por el cerrajero valenciano Francisco Seytre y quedó montada en 1861.
La obra se concluyó a principios de 1862, con la instalación de la cubierta de cristal. La estufa tropical del Jardín Botánico fue un alarde tecnológico en la España de medidos del XIX y constituye una obra singular construida en el inicio del uso del hierro como material constructivo.

Pizcueta colaboró estrechamente con la Real Sociedad Económica de Amigos del País, de la que llegó a ser presidente, y le cedió terrenos del Jardín, para el desarrollo de las clases prácticas de agricultura. En 1862 publicó el primer Delectus Seminum in Horto Botanico Valentino o catálogo de semillas recolectadas en el Jardín, del que se encargó Rafael Cisternas.
La creación de la Facultad de Ciencias en 1857 supuso un cambio importante para la botánica y para el Jardín. La botánica desapareció como asignatura independiente y la cátedra de Historia Natural (o la de Mineralogía y Botánica, según las épocas) se encargó de ella. El Jardín, que siempre estuvo dirigido por médicos, catedráticos de Botánica, con formación y vocación por las plantas, pasó a ser dirigido por los catedráticos de Historia Natural no especialistas en botánica.
A Pizcueta le sucedieron Rafael Cisternas (1867-1876), interesado por de los peces de agua dulce, José Arévalo Baca (1876-1888), especializado en aves, y Eduardo Boscá (1888-1913), dedicado al estudio de los reptiles.De todos ellos el que tuvo una actividad más relevante fue José Arévalo Baca. Durante su dirección se desarrolló una intensa actividad de investigación de nuevas prácticas agrícolas. Se probó el guano como fertilizante y, antes de ser introducidas en la huerta de Valencia, se ensayó el cultivo de distintas especies de origen americano como la batata (Ipomoea batatas), el cacahuete (Arachis hypogaea) y la soja (Glycine max).
El Jardín suministró a los agricultores valencianos las primeras semillas para que iniciaran el cultivo de estas especies. La importancia que alcanzó en el desarrollo de la agricultura provocó la expropiación de los terrenos adyacentes para ampliar la zona dedicada a los ensayos, con lo que en 1877 el Jardín adquirió su configuración actual.
También en tiempos de Arévalo Baca se construyó la estufa de la balsa, con hierro y vidrio a semejanza de la tropical, para sustituir al invernadero de madera y vidrio de Timoteo Calvo, ya en ruinas, y se renovaron los invernaderos de producción que existían delante de la estufa tropical.En 1897, siendo director Eduardo Boscá, se planteó la necesidad de construir un nuevo umbráculo para sustituir al de madera que había detrás de la estufa de la balsa y que se encontraba en ruinas.
El proyecto lo redactó y ejecutó Arturo Mélida, arquitecto de la Universidad, que propuso una construcción semicilíndrica de hierro apoyada en columnas de ladrillo, la sombra se conseguía extendiendo unos toldos sobre la cubierta.
En el centro del umbráculo se dispuso un estanque para regar las plantas que se trasladaban a la sombra en verano, volviendo a los invernaderos en invierno. Fue la última gran construcción realizada en el Jardín.

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