martes, 18 de diciembre de 2007

PLANTAS CRASAS, Jardin botánico

En las regiones más áridas de la tierra, donde la precipitación anual es inferior a 100 l/m2 y donde la lluvia puede no caer durante varios años seguidos, y cuando lo hace es de forma torrencial, viven unas plantas especialmente adaptadas a estas condiciones extremas de aridez y lluvia ocasional, son las plantas crasas o suculentas.

La suculencia les viene del desarrollo de unos tejidos internos (parénquima acuífero) donde acumulan agua tras las cortas e intensas lluvias ocasionales, para aprovecharla luego durante la larga estación seca. Para reducir al mínimo la pérdida de agua por transpiración las plantas crasas han reducido la superficie de las hojas, que pueden llegar a desaparecer, y han desarrollado una gruesa epidermis cubierta de ceras impermeables que recubre toda la planta.

En el extremo nororiental del Jardín y aprovechando una de las escasas zonas libre de arbolado e intensamente soleada durante todo el año, se creó a finales de los sesenta un jardín de plantas suculentas siguiendo los planteamiento paisajísticos de Juan Pañella, reconocido jardinero catalán. El jardín ocupa una superficie de unos 1.200 m2, se encuentra por debajo del nivel de los pasillos circundantes, presenta un relieve variado y la superficie está cubierta con picón volcánico.

Durante la restauración de 1990 se conservó la ubicación de la colección, aunque se modificó la disposición de las plantas para darle un criterio biogeográfico a la ordenación. Las plantas proceden de los desiertos cálidos y secos de América y África y, aunque pertenecen a grupos botánicos muy diferentes, la presión del ambiente ha hecho que desarrollen adaptaciones semejantes, mostrando un interesante fenómeno de convergencia adaptativa.

Las plantas africanas, incluidas las de las Islas Canarias, ocupan la mitad sur, entre ellas destacan las especies del género Aloe, con las hojas sentadas, estrechas, suculentas, bordeadas de dientes no espinosos, que forman una roseta de la que sale, en invierno, una espectacular inflorescencia de llamativos colores, con flores tubulares amarillas o anaranjadas.

De algunas de ellas, especialmente de Aloe vera, se obtienen sustancias de uso medicinal y cosmético. También son interesantes las especies arborescentes de Euphorbia, con sus tallos sin hojas, con frecuencia espinosos que segregan látex irritante al ser heridos, y sus flores discretas, al final de los tallos. Pese a su aspecto tan diferente están muy relacionados con las lechetreznas de nuestros campos. Las aizoáceas, crasuláceas y algunas compuestas suculentas completan la colección de las plantas propias de los desiertos sudafricanos.


Una mención especial merece la representación de la flora suculenta canaria en la cual destaca el género Aeonium que centra su área de dispersión y especiación en las Islas Canarias, donde cada isla tiene sus especies características. La más conocida por su uso en jardinería es el Aeonium arboreum, pero existen más de 40 especies, todas ellas caracterizadas por sus hojas espatuladas, aplanadas y dispuestas en una apretada roseta.
La representación de la flora suculenta canaria se completa con Euphorbia balsamifera , E. aphylla y E. canariensis, propias de la vegetación más seca de las islas.Las especies más características de los desiertos americanos se concentran en la mitad norte de la colección. El género Agave está representado por algunas de las más de 100 especies que lo componen, conocidas vulgarmente como pitas o piteras. Todas son originarias de Centroamérica y su gran roseta sentada de hojas coriáceas, generalmente espinosas en el borde y el ápice es muy característica.
Como lo es también la larga inflorescencia que llega a alcanzar 10 m de altura, con numerosas flores y propágulos gemarios, que provoca la muerte de la planta por agotamiento. Las piteras son, por ello, plantas monocárpicas, esto es, que florecen una sola vez en su vida. Las gruesas hojas son muy fibrosas y de ellas se obtiene el hilo de pita o sisal, para lo que existieron en algunas zonas secas y cálidas de Europa grandes plantaciones de Agave americana, de las que aún quedan restos en Almería.
De las piteras también se obtienen, bebidas alcohólicas como mezcal o tequila, por fermentación de la pulpa de las hojas. En la colección, además de los grandes ejemplares de Agave americama, A. albicans, A. horrida y A. attenuata, se pueden ver algunas de las pitas enanas, como Agave victoriae-reginae, A. filifera y A. parviflora.Un paseo por la colección de suculentas nos permitirá descubrir otras agaváceas que como las piteras tienen numerosas hojas espinosas y coriáceas, agrupadas al final de los tallos, de los que se destaca una gran inflorescencia, ramificada o no, con numerosas flores, aunque su desarrollo no ocasiona la muerte de la planta.
Entre ellas destaca por su tamaño Yucca elephantipes y por sus hojas estrechas aplicadas al tallo la Y. rostrata. Ambas pertenecen a un género exclusivamente americano, que vive de forma natural en los desiertos centrales del continente. Por su rareza es interesante la Beschorneria yuccoides, con su característica inflorescencia rojiza y las hojas azules sin espinas, y Dasylirion texanum, D. longifolium y D. serratifolium, con sus estrechas hojas y su vistosa inflorescencia, todos ellos originarios de los desiertos mejicanos

Pero la base de colección de suculentas está formada por los cactus. Las cactáceas forman una gran familia natural de plantas, que agrupa a unas 2.000 especies. Todas del contienen americano, donde se extienden de Alaska a Chile.
Son las plantas suculentas más conocidas por los aficionados a la jardinería y su cultivo se encuentra muy extendido por las formas curiosas de sus tallos y la belleza de sus flores. La mayoría de los cactus carecen de hojas o las pierden en los primeros momentos del desarrollo y los tallos tienen que mantenerse verdes para poder realizar la fotosíntesis. Tienen tallos cilíndricos capaces de plegarse o hincharse según su contenido de agua, con frecuencia cubiertos de pelos o de ceras blanquecinas que disminuyen su transpiración y siempre protegidos con espinas del ataque de los herbívoros.
En el Jardín se cultivan muchas especies de cactus que recogen su diversidad, la Pereskia grandiflora muestra cómo algunos cactus desarrollan hojas verdaderas. Los ejemplares de Echinocactus grusonii son característicos por sus tallos esferioidales, mientras que las chumberas Opuntia maxima u O. linguiformis tienen los tallos aplanados, y Cereus peruvianus o Trichocereus pasacana los tienen columnares.
Seguramente el uso ornamental de los cactus es el más extendido, aunque también se aprovechan para otros usos. Las chumberas producen frutos comestibles, los higos chumbos, y se utilizan para formar setos e incluso para el cultivo de la cochinilla para usos tintóreos.La colección de plantas suculentas continúa en la Caseta del Romero invernadero, originalmente dedicado al cultivo de helechos, que en 1990 se acondicionó para albergar una colección de plantas crasas sensibles a las suaves heladas valencianas.
El invernadero tiene dos partes bien diferenciadas, en la primera mitad están las plantas de menor porte, entre las africanas las más significativas son crasuláceas, aizoáceas y liliáceas. De los cactus se pueden destacar los diversos Astrophytum, Notocacus, etc. En la mitad del fondo están las especies de mayor desarrollo, entre las que debe destacarse la colección de más de 100 especies distintas del género Mammillaria, uno de los más diversos de las cactáceas.

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