miércoles, 28 de noviembre de 2007

Museo

El actual Museo Catedralicio - Diocesano de Valencia tuvo su partida en el "Museo de Antigüedades" o "Museo Diocesano Valentino", que creó el arzobispo Andrés Mayoral en 1761. Este museo estuvo instalado en el Palacio Arzobispal hasta que desapareció durante la invasión francesa en 1812.

El "Museo Arqueológico Diocesano" de Valencia fue constituido a finales de 1922 por iniciativa del cardenal Enrique Reig Casanova, que deseaba reunir las obras dispersas por la diócesis, en una colección sistemáticamente organizada y accesible al público. En un primer momento, el Museo Diocesano continuó en el Palacio de la archidiócesis de la Plaza de la Almoina, contigua a la iglesia metropolitana. Durante la Guerra Civil, el Museo desapareció, y sus piezas se dispersaron o quedaron almacenadas en dependencias de la Catedral.

En 1954, el Cabildo y el Arzobispado crearon el Museo Catedralicio, con el fin de catalogar y exhibir de una manera más racional y accesible que en su emplazamiento original, algunas piezas de destacado valor, de la colección catedralicia. A la vez, pudieron mostrar los materiales de excavación y los elementos arquitectónicos suprimidos en las reformas más recientes de la Catedral.

Hacia 1966, el arzobispo Marcelino Olaechea, dispuso que el Museo Catedralicio pasara a ser también Museo Diocesano, fundiendo ambas instituciones en una sola, en la que se reunieran todas las obras. Para ello se construyó un edificio nuevo, adosado a la Catedral y con acceso único desde el interior de la misma. La sala de orfebrería o "tesoro" ocupa una dependencia de la basílica, aunque está directamente comunicada con el Museo.

Este museo cuenta, entre otras obras, con cuadros de Llanos y Almedina, Joanes y Orrente, además de grandes lienzos de Goya. Entre sus esculturas destacan el Cristo de la Buena Muerte, de Alonso Cano, y Portapaz, de Cellini.

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